DEMOSTRACIÓN DE QUE LAS PREGUNTAS TONTAS NO EXISTEN
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
Tradicionalmente, esta pregunta se ha utilizado para demostrar lo ridículo de llevar una argumentación racional a sus extremos. De manera aparente, la propuesta es contradictoria en si misma y resultaría estúpido discutir sobre ella. ¿Fue primero el huevo? Entonces, ¿de dónde vino el huevo? Y si fue la gallina, ¿de dónde vino la gallina? Sólo un tonto seguiría debatiendo, llegados a este punto. ¿O no?
Demostraremos aquí que la pregunta se puede contestar perfectamente, y con ello pondremos de manifiesto tres características fundamentales del pensamiento científico. La primera, que es capaz de contestar a casi cualquier pregunta, si dispone de los datos suficientes. La segunda, que tras razonamientos aparentemente ociosos e inútiles se esconden importantes descubrimientos y leyes fundamentales de la naturaleza. Y por último, que es necesario utilizar el lenguaje con precisión, poniéndonos de acuerdo en lo que significan las palabras, para alcanzar cualquier clase de conclusión racional válida; es por ello que las ciencias y las tecnologías tienen sus propios términos, que a veces resultan oscuros para el profano.
Tal y como se plantea la pregunta, y sin atender a contenidos implícitos en la misma, la respuesta es evidente. En efecto, mientras que las gallinas y demás aves de corral sólo llevan unos pocos millones de años sobre la faz de la Tierra, los dinosaurios ya disfrutaban de un complejo sistema reproductivo ovíparo en pleno Cretácico, hace más de cien millones de años. De hecho, la aparición del huevo en la biosfera terrestre es muy anterior: está en el orden de los cientos de millones de años. Si utilizamos las palabras en su sentido estricto, no hay duda posible: primero fue el huevo, en el Cámbrico, más de quinientos millones de años antes que la gallina. Eso son cinco millones y pico de siglos de diferencia.
Naturalmente, la pregunta contiene un sentido implícito supuesto por todos. Aceptar por las buenas lo que todo el mundo da por supuesto es siempre un error, y aunque la mayoría tiene siempre el derecho a decidir, no posee necesariamente la razón. No obstante, lo asumiremos por un momento para mayor regocijo intelectual. La respuesta exacta a la pregunta exacta es la que describimos en el párrafo anterior, y no otra, pero aceptaremos provisionalmente que lo que en realidad se quiere decir es: "¿qué fue primero, la gallina o el huevo de gallina?". ¿Alguna idea? Bien, veamos. De nuevo, si queremos que las palabras tengan algún sentido, tendremos que atribuirles un significado exacto. ¿Qué es una gallina? Un ave de corral que contiene el código genético de una gallina. ¿Qué es un huevo de gallina? El material reproductivo del animal descrito y su envoltorio, donde se encuentra el ADN que contiene el código genético de una gallina. Hemos comprobado que las mutaciones que conducen de una especie a otra en la escala evolutiva se producen por azar y siempre sobre el material reproductivo (la teoría de Darwin mejorada), nunca después y sobre el ser ya constituido como creía Lamarck. Por tanto, un antecesor de la gallina -que no era una gallina, pues no tenía ADN exacto de gallina; probablemente se trataba de un gallo bankiva, con ADN de gallo bankiva- produjo un huevo mutado que ya contenía el código genético de una gallina, y por tanto era un huevo de gallina (en el sentido de que una gallina sería lo que nacería de él). Una vez más, el huevo estuvo antes que la gallina.
Proceso evolutivo de la gallina bankiva a la gallina común (simplificado)
No obstante, si modificamos el significado de las palabras y queremos decir que un huevo de gallina es aquél y sólo aquél que ha sido puesto por una gallina doméstica, con ADN de gallina doméstica, entonces la gallina estuvo antes que el huevo. Pero esto probablemente sería retorcer demasiado las palabras, separarlas a posta de un significado racional, y así hacer la gracia. Algo bueno para un chiste, pero malo para el pensamiento.
Como hemos visto, esta pregunta aparentemente estúpida sobre huevos y gallinas nos ha puesto sobre la pista, ni más ni menos, de la naturaleza genética de la vida, de la evolución de las especies y de la historia de la vida en la Tierra: prácticamente nos mete de lleno en las Ciencias Planetarias. Además, nos ha permitido observar las debilidades del lenguaje humano y la necesidad de utilizar las palabras con precisión. Y es que la única pregunta tonta es aquella que no se hace. Por su parte, la más idiota de las respuestas es "¡porque si!". ¡Mandan huevos!
Buenos días, tardes o noches animales de todo este ancho, redondo y maravilloso mundo.
